Mi Querida Exactas Elitista#
Tengo la dicha de que mis viejos son los menores de familias numerosas. La dicha de que mi madre haya laburado, estudiado y nos haya criado en simultáneo. Todo sea para que pueda ingresar al “Colegio” al cual tan poco pertenecida me sentí al inicio. Al sistema al cual viví sabiendo que no fue pensado para que ingrese la hija del taxista, pero lo logré. Muchos lo logramos. Y jamás eso será motivo para decir que “con esfuerzo, se logra” porque tuve mucha dicha. Mucha.
Leí esto y sentí necesidad de compartir. Mi secundaria es elitismo, mi facultad también. Bastante en mí debe serlo aunque no quiera aceptarlo pero seguramente lo es…
Escrito por Daniel Araña, 2018 (publicación en Facebook).
NO ME DIGAS QUE MI FACULTAD NO ES ELITISTA#
Mi querida FCEyN tiene un problema enorme de no reconocimiento de las dimensiones del grado de exclusión que (no) la caracteriza. Este problema se enmarca en un contexto de fanatismo y egocentrismo de quienes la componemos.
Pensar en “quiero estudiar en una universidad”#
Yo soy de Moreno. En el Oeste, las escuelas públicas no son como las de capital, y lo digo sin menospreciar la educación pública, la cual he defendido siempre con uñas y dientes a pesar de tener noción de todas sus falencias. Pero las posibilidades que tenemos de estudiar en una universidad quienes egresamos de estos colegios, son bajas. La posibilidad no depende solo de la voluntad de la persona, existe alrededor un contexto socio-económico-cultural que la subyace que, desde mi percepción, es el factor limitante. En los primeros años de carrera me llamaba ampliamente la atención el porcentaje de estudiantes que venían del Nacional Buenos Aires y del Carlos Pellegrini que tenían amplio conocimiento y noción de lo que era la UBA y se manejaban como pececitos en el agua. En mi escuela, pocas veces nos nombraron la palabra “universidad”. Recuerdo solo dos docentes que lo han hecho, uno de los cuales fue para decir: “ustedes aspiren a un terciario o algo fácil, no van a poder entrar en la universidad”. Yo tuve la suerte de pertenecer a una familia de padres universitarios, de clase media baja, que me inspiraron siempre y me ayudaron económica y moralmente a ingresar a la UBA. Pero tenía compañeros cuyas realidades diarias eran muy distintas: laburaban desde retoños, sufrían violencia familiar, situación de calle y todas esas características de la clase baja que tanto nombramos pero, en el fondo, nos son ajenas. A muchos de estos compañeros jamás se les pasó por la cabeza estudiar en una universidad, sencillamente, porque no está en su cultura. Porque en el contexto en el cual se desarrollaron, jamás les mencionaron la existencia de la educación superior, jamás soñaron recibirse como licenciados porque no es lo que les inculcaron sus viejos. La universidad es completamente ajena a ellos. La UBA no llega a las clases bajas.
Y aquí hago referencia a quienes tuvieron la oportunidad de tener una educación secundaria. Ni hablar de quienes no tienen acceso a la misma o de las clases marginales. Ése es otro mundo. Ya partimos de una base elitista, muy ajena a nuestro contexto diario dentro de FCEyN.
Pasar el CBC#
En el conurbano, en la mayoría de los colegios públicos (y de muchos privados seguramente también) egresás sin entender una regla de tres simple. En matemáticas, lo último que vi fue función polinómica, visto de una forma autómata trazando una línea sinusoidal completando puntitos de una tabla. En química creía saber un montón por haber visto (también de forma autómata), como escribir un óxido. Claro, cuando quise hacer matemática y química por UBA XXI, me choqué contra una pared. En el Oeste egresamos sin aprender a razonar. Nos cuesta mucho y lo vamos asimilando a los chapazos ya de grandecitos, con el costo de los años de consolidación perdidos que eso conlleva. Física la aprobé por perseverancia. No entendía nada, ¿pasaje de unidades? ¿que la función representa un movimiento en el plano? Fue aprobada de pedo, con todos los conceptos que quedaron vagando por mi cabeza atormentada de información, pero muy entusiasmada. Estaba aprendiendo, y jamás había sentido tan fervientemente esa sensación. El CBC sirve. Yo tenía un CBC cerca de mi casa. Probablemente, no hubiese podido entrar a la UBA con un examen de ingreso. Recuerdo tener compañeros que trabajaban y cursaban, a esos les costaba un montón. Yo tenía tiempo de estudiar cuando llegaba a casa. De mi camada, menos del 30% ingresamos. El CBC es un filtro, y, a pesar de eso, sigue siendo de gran utilidad y es muy necesario para la incorporación de estudiantes de zonas alejadas de capital. Y a pesar de esta realidad medio escondida, escucho cada vez más a menudo que “no son acomodadas las políticas de eliminación del CBC de las carreras”.
Tener que trabajar#
En mi facultad trabajar tiempo completo y estudiar no es una opción macanuda. Más bien diría que no es una opción, considero admirables a mis compañeros que lo han logrado. Normalmente cursamos dos materias de, en promedio, 16 horas semanales cada una, lo cual sería casi equivalente a un trabajo full time. Eso sin contar los tiempos muertos entre materias, dado que, la mayoría de ellas, no tienen “turno mañana” o “turno noche”, sino que desparraman teóricas, seminarios y laboratorios a lo largo de la semana de forma que, en la mayoría de los casos, parece aleatorizada. Inclusive, aunque cursen 1 materia por cuatrimestre (lo cual les alarga la carrera, rindiendo todos los finales a raja tabla, a 13 años de duración), ¿cuándo tiene tiempo de estudiar esa gente???!!!! FCEyN no permite el ingreso de alumnos con necesidad de trabajar. Y menos de alumnos con necesidad de trabajar que requieren dedicarle tiempo al estudio dado que acarrean falencias de antaño.
Vivir lejos#
Yo no me banqué el viaje en transporte público. Recuerdo las últimas veces que vine para capital en tren y colectivo: dos horas y media de viaje, solo de ida. Fueron días cercanos a la tragedia de once, en una semana tengo grabados en la mente dos accidentes ocurridos, en uno de los cuales se prendió fuego el vagón en el que venía viajando. El Sarmiento cesaba su actividad antes de las 10pm, por lo cual, quienes cursaban a la noche debían interrumpir su clase para poder llegar a su casa. Incluso, recuerdo días en los que te quedabas clavado horas y horas en la estación esperando el arribo del tren. Es completamente desgastante. Y ahí es cuando veo que muchos de mis compas viajeros dejan de venir a las teóricas, llegan tarde y les baja el rendimiento (y no por decisión propia). Ahora, que estoy del lado de la comodidad, me estreso cuando el 107 se cuelga en la barrera del Barrio Chino por 20 minutos, por tanto, hoy no me resultan prudentes las exposiciones aseverando que “los que no vienen a FCEyN porque viven lejos no tienen predisposición”, cuando el expositor llega en auto o es vecino mío (Def: vecino mío = cualquier individuo que habite dentro de CABA). La centralización del sistema educativo es un problema. Los que se rompen el lomo para dar el presente en tiempo y forma, tienen una gran desventaja académica en comparación con el resto que no sufrimos el viaje. Y eso no se tiene en cuenta desde ninguna perspectiva: como si no fuera suficiente el desgaste del viaje, muchos docentes siguen pasando “ausentes” cuando llegan quince minutos tarde.
No saber inglés#
Yo no sé inglés. Mientras que el promedio del alumnado tarda media hora en leer un paper, yo estoy dos horas y media si es que no me agoté antes de terminarlo. No me rinde invertir tanto tiempo en ello. Toda la literatura del ciclo superior, y mucha del troncal, está en inglés. He tenido clases enteras en las que pasaron videos en inglés. Dan por sentado que todos sabemos leer, hablar y escribir inglés. Saber inglés no es un requisito para ingresar a la facultad y tampoco hay materias básicas que sean de idioma. No voy a hacer más hincapié en las razones sociales y económicas, creo, está de más aclarar que no todos tuvimos la oportunidad de aprender inglés en nuestra formación secundaria. Y sí, podría haber aprendido por motus propio, pero no tuve la motivación para hacerlo, no me inculcaron el famoso “va a ser imprescindible para tu futuro”. Hay cursos de idiomas opcionales gratuitos en la facultad, es cierto; pero… duran casi lo mismo que mi carrera, y tenés que ir dos días por semana en horarios que jamás te coinciden con la cursada. Pagar, no puedo. Por esta razón se me han cerrado un montón de puertas, principalmente de acceso a becas. En este sentido, la facultad ni considera el idioma como un limitante, jamás se ha trabajado ese respecto because, of course, everyone speaks English.
Ingresar en un laboratorio y conseguir beca#
En muchos laboratorios, para ingresar te preguntan el promedio. No es inesperado pensar que el sueño de un director es tener pasantes despiertos, rápidos y disponibles. Pero pienso, entonces, si no será hipócrita juzgar a la madre paloma que alimenta al pichón gordo y deja morir a los flacos desnutridos. ¿Alguno tendrá el sueño de que llegue un pasante poco eficaz, pero con ganas de aprender? Si laburaste mientras estudiabas, o, sencillamente, tardaste mucho en finalizar tu carrera, te recibís con una edad en la que ya estás “viejito” para entrar a carrera de investigación. Y si tu promedio está por debajo de la media… ¡mamita!, lo mencionás y pareciera que hubieses contado una tragedia. El promedio depende de todos los factores arriba mencionados. Evolucionar académicamente depende del promedio. Evolucionar académicamente depende de los factores arriba mencionados.
Observar#
Quizás, nosotros, los científicos, grandes observadores, estamos cegados por el fanatismo y no miramos el contexto que rodea nuestro nicho. Son enormes las razones para invitar a la gente a estudiar en FCEyN. Son enormes las positivas cualidades que tiene esta facultad. Luego, advertir el lado negativo no es menospreciar. Es sano. Es el primer paso hacia la reflexión. Inclusive, podemos no estar de acuerdo en fomentar la inclusión, podemos hipotetizar que “bajaría la calidad académica”. Podemos; pero lo que no debemos es desconocer la desigualdad existente. Eso nos vuelve ignorantes.
En mi caso, estudiar en FCEyN puede ser lo mejor que me haya ocurrido en la vida; sin embargo, luego de meditar al respecto, sé que cuando me pregunten: “¿cualquiera puede estudiar en tu facultad?”, voy a responder: “sí, es posible que cualquiera pueda; pero como en toda la educación en el país, esa probabilidad no transgrede la constante barrera del elitismo”.