¿Por qué organizar Olimpíadas de Ciencias?

¿Por qué organizar Olimpíadas de Ciencias?#

Saber ver la pasión en uno mismo y en el otro.

Ese, es el secreto.

¿Alguna vez te pusiste a pensar en por qué existen los programas nacionales de olimpiadas?

Seguramente sea para introducir a los jóvenes en las ciencias, ya sean sociales, naturales o exactas. La mayoría de los profesores que ayudan a sus alumnos cada año a participar suelen tener una fuerte vocación por la docencia –en mi opinión, digna de admirar y tomar como ejemplo-. Muchos suelen ser ex olímpicos tratando de mantener viva esa chispita que sintieron en su primer viaje: esas emociones, esas risas y esos desafíos que parecían no tener solución.

No podemos dejar de lado ese sentimiento de dejar en lo más alto a la institución que representamos, a la ciudad, provincia y en otras instancias, al país. Tampoco podemos no mencionar la bella oportunidad que tienen los chicos de enriquecerse culturalmente de sus pares, de compartir experiencias, de aprender cosas nuevas en conjunto, de entender qué lleva a algunos por cierto camino y a otros por otros, de entablar paralelismo de vida…en fin. Se puede hacer mil cosas así como también se puede ir, rendir examen, ganar medalla y luego volver.

Depende de uno saber qué valorar.

Pero una olimpiada no es algo fácil de hacer y organizar. Implica una gran responsabilidad, una gran dedicación e inevitablemente una fuerte vocación. Mi participación en diversas experiencias me ha permitido tener una crítica un tanto particular que quería compartir.

Hace poco volví de la olimpiada de astronomía: bellísima experiencia. Es esa clase de actividades organizadas como se puede, a puro pulmón, con un fuertísimo espíritu de compartir y aprender en conjunto. Los docentes remarcan que el haber llegado a la nacional es un gran logro y que la olimpiada no es más que un pretexto para seguir contagiando ese deseo que todos tuvimos de ser astronautas. (No mienta, ¡yo sé que lo tuvo!). Existe no solo una prueba individual sino que también una grupal con la que se busca reflejar el verdadero trabajo científico, en el cual todos colaboran con su punto de vista e ideas -sin ir más lejos, ser un equipo-. Esta olimpiada además cuenta con una modalidad especial que permite que chicos discapacitados puedan disfrutar de experiencias así; se busca incluirlos y acercalos a la disciplina. Realmente emociona ver esas caritas tan alegres y contentas, felices de ver que su trabajo en equipo es “premiado” con una medalla –pues bien sabemos que su felicidad no recae en esta-.

Me imagino ahora ese momento en el que cae su profesor con esa propuesta, me imagino el “no podemos ni ahí”, el “no llegamos”, el “va tomando forma”, el “ya no quiero saber nada, para esto no sirvo”…etc. Me es difícil ponerme en los pies de ese profesor que lucha por hacer realidad la inclusión. Y todo ese trabajo, todo ese stress, toda esa alegría, todo esos encuentros para hacer esa tierna maqueta, todo eso que yo no puedo imaginar ni sentir. Todo eso se puede apreciar en ese instante en el que suben al escenario… Con algo así es comprensible por qué cada año siguen realizando la olimpiada, incluso a pesar de no recibir el apoyo del programa nacional de olimpiadas ni del ministerio de educación de la nación (puesto que astronomía no es una materia curricular de la escuela media).

Como es bien sabido, donde hay pasión, vocación y ganas, todo es posible. Y si todo esto es posible con pocos fondos, ¿qué hay de los que sí reciben fondos?

Y acá es donde -al menos yo- encuentro una contradicción.

Recuerdo que en el certamen nacional de biología, luego de rendir uno de los exámenes prácticos a la mañana, teníamos que quemar tiempo en el comedor hasta la tarde, hora de la ceremonia de clausura. Escribámoslo así: hay como cien chicos ahí adentro, algunos viajan por primera vez a otra provincia, algunos no tenían plata para viajar y tuvieron que pedir ayuda, hay otros que vienen de colegios importantes para los cuales es un viaje más, así como para otros es un privilegio representar a su pueblo a nivel nacional. Es una oportunidad increíble para conocer a gente que vive tan distinto a vos y que aún así comparte gustos similares. ¿Y cuál es la propuesta de los organizadores?

Nada.

No hay propuesta para que los chicos se integren, no hay juegos propuestos ni ninguna actividad. Recuerdo que fue mi propio profesor y otros coordinadores los que propusieron armar una caminata al río y pidieron la llave del gimnasio para que los chicos puedan divertirse y conocerse más jugando. Esas fueron las tres horas más lindas de mi viaje y me hubiera encantado que fueran así los tres días que duró. Ya sé lo que piensa: “Pero bueno, seguro buscan incluir y generar una igualdad de oportunidades a todos los participantes de otro modo.” Y bueno, según el discurso de apertura y clausura pareciera que sí. Déjeme contar otra situación. Microbiología era el tema de uno de los prácticos. Recuerdo que uno de los grupos no sabía cómo encender el mechero y así rompieron su portaobjetos. Se trataba de un colegio que no tiene mecheros ni mucho menos un laboratorio para practicar. Si yo fuera organizadora, me mataría por hacer lo posible para que realmente todos tengan más chances de, por lo menos, poder hacer los prácticos. Y no hablo de “bueno, denle otro para que tenga otra chance y pueda recibir puntaje”. No. Si esa es su primera vez en un laboratorio, démosle otro portaobjeto para que puedan aprovechar la oportunidad y enseñémosle ahí cómo hacer el Gram.

¿Acaso no buscamos que aprendan, más allá del orden mérito?

Y otro tema son los hoteles…son cinco estrellas, re lujosos. Yo estuve en A. “”””Titanic”””” Hotel, B. “”””Dictióptero””” Hotel y C….en fin. Le puede preguntar a cualquier chico que haya participado para que le cuente más. ¿Y los exámenes?…Es re importante saber de memoria la diferencia entre la diversidad alfa, beta, gama, etc. Porque claro, de eso se trata la bióloga, ¿no?

En fin, cada uno con lo suyo.

Como venía diciendo, organizar una olimpiada o cualquier otra actividad similar implica una gran responsabilidad y trabajo. Es fácil ver lo que se puede hacer con verdadera vocación, entusiasmo y compromiso, a pesar de los recursos existentes. Así como también se puede ver lo que no se hace y no fomenta. Cualquier trabajo hecho es más que nada y si uno decide hacerlo año tras año es porque evidentemente disfruta del camino y los resultados.

Tratar de mejorar cada año, escuchar los críticas (siempre y cuando sean constructivas) y reflexionar sobre lo hecho y lo que falta hacer aún, es uno de los modos de seguir construyendo y haciendo realidad aquello que nos apasiona. Y si por alguna razón ya no podemos seguir haciéndolo con tanto entusiasmo como al principio, entonces tal vez ya es hora de re pensar y ver si por ahí no hay alguien a quien pasarle la antorcha.

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar” - Machado.

Creo que esto lo podemos extrapolar a la vida en sí: si hacemos algo lo tenemos que hacer porque nos guste y no solo porque nos lo impongan o sea una obligación. Y si no es así, entonces ¿para qué hacerlo? Seguro debe haber alguien más dispuesto a tomar ese lugar, le haremos un bien al otro y a la vez a nosotros mismos: dejándonos buscar cuál es ese nuevo camino a seguir.

No necesariamente otros tienen que opinar como yo ni estar de acuerdo. Y reitero que hablo desde el lugar de una simple participante más de los miles y miles que han habido, hay mucho que desconozco y me queda mucho por aprender.

Post Olimpiadas de Biología, 2015. Por docentes con vocación.